El objetivo de las revisiones ginecológicas es diagnosticar las enfermedades o problemas que una paciente sufra o corra el riesgo de sufrir. Por eso, es importante tener en cuenta cuestiones como la posibilidad de quedarse embarazada, los riesgos del embarazo, el síndrome de ovario poliquístico, el riesgo de cáncer de mama o de cuello uterino o problemas más corrientes como las infecciones de la vagina o el tracto urinario. También se deberán tener presentes los problemas y riesgos provocados por la menopausia. Además, la mayoría de los ginecólogos están capacitados para realizar operaciones en el cuerpo femenino, como cesáreas, intervenciones de cáncer, ligadura de trompas, etc. Los ginecólogos suelen trabajar en el campo de la medicina o la educación y en ocasiones en ambos.
Lo habitual durante una revisión ginecológica es que el médico examine los senos, la vagina, el cuello del útero, las trompas de Falopio, la vulva, los ovarios y el útero. También es frecuente realizar una ecografía para complementar dicha revisión. A partir de los 21 años, la prueba más recomendada y realizada con frecuencia es la citología vaginal, pero el médico también puede optar por llevar a cabo pruebas para detectar enfermedades de transmisión sexual, completar una revisión mamaria y supervisar el uso de anticonceptivos por parte de la paciente.